Educación del siglo 19, mediada por docentes del siglo 20, para estudiantes del siglo 21
- publicado por Objdigital
- Categorías Aprendizaje en línea, Arte y tecnología, Blog
- Fecha junio 1, 2020
Es extraño que en el preciso momento donde la tecnología digital es una alternativa de gran utilidad para mantener a las sociedades activas y presentes, se dé a su vez, uno de los más complejos debates en torno a su eficacia.
Comenzamos con la palabra extraño para referir al descontento de tener que saber que muchos atacan lo que precisamente está posibilitando un despliegue de alternativas para permitir que la sociedad se siga educando, y no solo esto, el teletrabajo ha permitido que parte de la economía se mantenga, los debates políticos tengan lugar, el encuentro a la distancia con los seres queridos sea una posibilidad. Todo esto y mucho más se ha puesto ante el telón en esta pandemia.
No obstante, cantidades de artículos, muchos de ellos de docentes, se han estado publicando para referirse al tema, para manifestar su descontento ante la necesidad de impartir sus clases desde el ciberespacio y ante ello es imposible que no quede un sinsabor, pues esperaríamos leer allí por lo menos una alternativa a lo que precisamente atacan y no la hemos encontrado.
El acto crítico es relevante en la medida que da luces y abre caminos para continuar, para generar nuevos enlaces, para establecer disyuntivas, pero qué estremecedor es el hecho de que se critique la virtualidad sin tener una clara propuesta no solo ante una pandemia que nos impide los encuentros presenciales sino ante el hecho mismo de que la presencialidad hoy en día al igual que cinco décadas atrás (incluso más) no se ha repensado, no se ha reestructurado, mantiene los mismos pilares que le dieron pie a la construcción de lo que entendemos hoy como educación moderna.
Desde hace décadas a la educación se le ha hecho el llamado de repensar sus currículos, sus metodologías, su estructura y solo hasta hoy se pone de relieve algo que ya estaba empezando a brotar desde lo más hondo. La educación virtual no es algo que nace por la pandemia, esta sale a flote gracias a la pandemia. Cabe aclarar que la palabra virtual, proviene del latín “virtus (“fuerza” o “virtud”), virtual es un adjetivo que, en su sentido original, hace referencia a aquello que tiene virtud para producir un efecto, pese a que no lo produce de presente” y como en algún texto de Pierre Levy se plantea: “La rueda es la virtualización del caminar” para nosotros a modo de analogía es: Lo digital es la virtualización de la educación. Lastimosamente muchos de los que no acuerdan con esto, darán a entender que es una desvirtualización de la educación y un gran ataque a los modos de proceder de la misma.
Casi que el descontento mismo manifiesto en estos artículos nos atrevemos a decir, viene precisamente de que muchos docentes se han visto desacomodados, desconocen las posibilidades que la virtualidad supone y es precisamente en medio de este desconocimiento desde donde se ataca a la educación mediada por la tecnología digital. No podemos mantener esta estructura donde los docentes no se modifican con los cambios culturales, no se puede mantener un docente que por sobre todas las cosas prefiera la tranquilidad que le supone lo conocido y por tal razón no se vincula a los cambios. Un docente que no atienda a lo actual es un docente que no está permitiendo al estudiante hacer frente a los desafíos que el hoy le presenta. La gran pregunta que surge entonces es: ¿tenemos docentes alfabetizados en los procesos de enseñanza a través de los medios digitales?, es decir, ¿los docentes tienen las competencias digitales para poder aportar a la situación por la cual atravesamos actualmente?
Por otra parte, los detractores de la virtualidad apelan a la noción de comunidad, de necesidad de interacción entre individuos presentes, del cara a cara, del mirar a los ojos, y claro, todo ello hace parte esencial de un proceso de interacción social, acá no se trata de aniquilar lo presencial en virtud de la distancia que supone la virtualidad, se trata sobre todo, de entender que nuestra forma de relacionarnos con el mundo se está modificando y eso no va a parar. Es necesario que de la mano de esta modificación este precisamente la educación, y es por esto que es necesario preguntarnos ¿Cuando la educación presencial, que es la que mira a los ojos, ha llegado a las zonas abandonadas y alejadas de nuestro país con la fuerza que lo ha logrado la educación virtual y/o a distancia?
Cuántas familias, cuántos jóvenes no pueden desplazarse hasta las escuelas por el simple hecho de no tener los medios, algunos están a cientos de kilómetros de las escuelas, colegios, universidades más cercanas, incluso, muchos deben trabajar en los tiempos que están destinados para asistir a las clases, pues por más que la educación hoy sea un derecho y una obligación de los padres enviar a sus hijos a las escuelas, los aparatos políticos son tan deficientes que con estadísticas podríamos establecer y determinar que cientos o mejor miles de niños no pueden asistir a sus escuelas.
Entrar en el detrimento de pensar que la educación en modalidad virtual está siendo un mal para el docente y para el alumno es no querer ver más allá de las dificultades que esta supone, porque es claro, la virtualidad aún necesita muchos esfuerzos, entre ellos y como primera medida, culturizar y enseñar a la gente que estamos ante un momento que es necesario mirar hacia otros horizontes, pues la educación ya merece un cambio, y la tecnología digital en su condición de virtualizadora de la educación llega acá para ser pieza fundamental en esta reestructuración.
Esta es un invitación a permitirnos ver más allá de las falencias, pues si a eso vamos, la educación presencial las tiene y no pocas y se han mantenido durante siglos, debemos permitir establecer diálogos que concuerden con la importancia de una nueva forma de enseñar y aprender, es hora de maximizar y potenciar algo que es tan ineludible como la transformación de la educación conocida antes del 25 de marzo de 2020, es decir, estamos ante el inminente cambio que trae consigo una cuarta revolución industrial, donde la transformación digital dará de qué hablar a estos detractores de lo que ya es inevitable.